lunes, 26 de marzo de 2012

Una decepción

Cuando parece que haces las cosas de la mejor manera posible, llega un momento que te derrumba al sorprenderte con acontecimientos no esperados y porque no decirlo, decepcionantes.
Me he cansado de repetir una y mil veces a mis hijos que sólo tienen una capacidad, nada más, que tienen la suerte de poder aprender más fácilmente que otras personas pero que es simplemente eso y maravillosamente eso. Quiero decir, que la capacidad está, pero si no la desarrollamos no servirá de nada. Que el poder aprender más fácil, no les hace mejores que los demás y qué, el tener esa facilidad no implica saberlo todo ya. Para aprender hay que "estudiar".
He conocido niñas que siempre suspendían, que dieron muchos quebraderos de cabeza a sus padres porque no estudiaban, que les pagaron clases particulares para que estuvieran al día y les tenían tardes enteras estudiando sólo para que pasaran de curso. Quizá por el esfuerzo o por la buena costumbre adquirida al final, esas niñas han llegado a terminar sus carreras universitarias, sus cursos de idiomas y hoy se buscan la vida mejor que bien. Por eso no deben, o deberían burlarse nunca de nadie.
Mi hijo era de esos que, en cierta ocasión, se ganó un negativo de un profesor por defender a un alumno al que ese profesor estaba humillando.
Siempre les aconsejé que si tenían problemas con compañer@s debían contárnoslo para intentar ayudarles y, personalmente SIEMPRE les dije que lo que no esperaría nunca de ellos es que estuvieran en el otro bando. Eso sí que NUNCA se lo iba a consentir.
¿Son conscientes a estas edades los niños, cualquiera, del daño que pueden hacer a los demás?? Realmente pienso que no, o quiero pensar eso al menos. Pero, en defensa de ellos tengo que decir, que tanto los padres como los profesores también influyen. ¿Por qué?
Cuando una maestra, profesora, se burla de un alumno o alumna cuando lo hace mal delante de toda la clase, no puede pedir a ninguno de sus alumnos que no lo hagan, y mucho menos, cuando llega el caso, de amenazar a nadie con abrir expedientes. Debería, para empezar, demostrar que ella no lo hace y después, y sólo después hablar con esos alumnos y con sus padres. Eso, en mi lógica ¿no???
Esta tarde tendré una charla en la que, además de un castigo, intentaré por todos los medios a mi alcance hacer que mis hijos entiendan que se puede hacer daño a los amigos con comentarios injustos.

2 comentarios:

  1. Hola, Pauline:

    He descubierto tu blog y me encanta. Entiendo tus dificultades con el colegio, pues dan un ejemplo y exigen lo contrario a sus alumnos. Pero ¿es efectivo castigarlos? La crianza y educación sin castigos es posible y parece dar unos resultados mucho más efectivos y positivos. Especialmente los niños de AACC son susceptibles a las injusticias o incoherencias en el aprendizaje del mundo, y la mayoría de castigos, por no decir todos, adolecen de eso.

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  2. Hola Silvia. Me alegro de que te guste el blog y además de que me entiendas porque a veces ni yo me entiendo :S
    Quizá tengas razón en lo de los castigos, y casi podría decir que la mayoría de las veces los usamos cuando ya no sabemos por donde salir. Es como la moda que parece volver de que "una cachetada a tiempo no viene mal" Creo que eso sólo sirve para que el que la da se desahogue en ese momento, y al segundo siguiente se arrepienta. Desafortunadamente vivimos en un mundo muy estresante en el que nos olvidamos de disfrutar lo más importante. Y hablo por mi también cuando digo que a veces el cansancio nos puede y dejamos de pensar la que sería la mejor solución o, como en este caso, la rabia de no saber a quien creer te ciega para tomar la mejor decisión. En otro post expliqué como se fue arreglando esto y al final, se levantó el castigo porque las cosas resultaron ser bastante diferentes. O sea, que me equivoqué en todo como ves.
    Gracias por tu comentario :)

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