Una pequeña historia

Quiero contaros una pequeña historia que he recordado al reflexionar estos días respecto a lo que me ha comentado la psicóloga de la seguridad social después de ver a mi hijo.
Evidentemente no le ha visto ahora ningún problema grave, le ha dado el alta y me ha dicho que sigamos así porque está claro que lo estamos haciendo bien. Pero, lo que me ha hecho pensar es que me dice que mi hijo todavía es un niño y que su baja tolerancia a la frustración y su dependencia de apoyo y atención se deben a su inmadurez emocional....vamos, eso que oímos siempre de la disincronía del superdotado, su edad mental o intelectual está por encima de su edad natural pero sus emociones siguen siendo las de un niño. Me ha sorprendido que me diga que depende mucho de como lo valoren los profes, pero que es debido a esto que os comento y, recordé mis practicas de maestra.

Mis primeras practicas cuando estudié magisterio fueron con una clase de 25 niños de 3 años, a cada cual mejor, aunque os imaginaréis el comienzo con tantos niños y tan pequeños...algún recreo tenía que salir con mi tutora para desahogarme llorando porque pensaba que "me toreaban" y yo no era capaz (pero a mi favor diré que el día que nos fuimos acabamos llorando tod@s). Había un niño especialmente que, yo pensaba que la tenía tomada conmigo, cada vez que estaba corrigiendo o trabajando con otro él venía a preguntarme algo, si no la liaba de alguna manera para llamar mi atención (eso lo supe después claro). Yo no entendía nada porque no le había hecho nada especial y fue prácticamente desde el primer día así que en uno de esos momentos de desesperación se lo comenté a mi tutora de practicas (que era la tutora de estos niños claro) y ¿sabéis que me dijo? "Ay mujer, que noooo, no te tiene manía, todo lo contrario. Te pareces mucho a una prima suya que viene muchas veces a buscarle y a la que él adora, seguramente tú se la recuerdas y lo que te ha cogido es más cariño que los demás" ¿Quién podía pensar eso? Está claro que con 3 años no te va a llegar un peque y decirte: "Es que me recuerdas a mi prima y me caes bien"  "Es que siento ansiedad en el estómago lo que me lleva a comportarme así porque creo estar entrando en una depresión", no, los niños no saben explicar lo que sienten porque no saben qué es lo que sienten. Pueden encontrarse bien o mal, pero lo demás....venga, sí muchas veces no lo sabemos ni nosotros...
Mis practicas fueron en un colegio religioso y por tanto, cada mañana se rezaba con los niños el "Jesusito de mi vida" y se cantaba una canción. Al rezar el Jesusito tenían que juntar las manos, bien, pues había un niño que nunca las juntaba. Yo pregunté a mi tutora por qué él no lo hacía y me dijo que no sabía sin darle demasiada importancia. Uno de los días que me quedé sola con ellos paré la oración y le pregunté suavemente que por qué no juntaba las manitas como los demás. Se quedó sorprendido con una sonrisa picaruela y me dijo que porque le dolían las manos. Le pregunté con tono preocupado qué por donde le dolían, que las juntase un momento y me dijese por qué parte exactamente le dolía para poder decírselo a su mamá y que se lo dijeran al médico y las juntó riéndose con cara de pillo. Le pregunté de nuevo por dónde le dolía y se volvió a reír. Le dije "qué pillín, no te duelen y me estabas tomando el pelo ¿no? jejeje" Bueno, pues ahora las vamos a juntar y empezamos todos de nuevo ¿vale?. A partir de ese momento las juntaba siempre. Cuando mi tutora lo vio me preguntó qué había hecho y se lo dije, le dije que simplemente le pregunté (los tonos en lo que lo hacemos son muy importantes, otro día os hablaré de las pedagogías invisibles)

Y os preguntaréis ¿a qué viene ahora todo esto? Pues que he pensado que quizá mi hijo, y otros niños parecidos, solamente necesitan eso, un poquito de cariño, una necesidad de que alguien les diga "Sé que estás ahí" ¿Será que necesitan ser el centro de atención un momento por algo??? No lo sé, quizá. Pero si solamente es eso y simplemente tan sencillo (otra cosa es que necesiten llamar poderosamente la atención porque quizá entonces hay otros problemas mayores), si lo único que necesitan es que sus maestros les den un poco de cariño....vale, alguno pensará "Bueno, encima tendremos que darles mimos y andar con cuentos cuando tenemos 25 alumnos"...25 alumnos de 3 años tenía cuando no había terminado mi carrera, con todo por aprender pero con algo tan sencillo solucionado ¿por qué no intentarlo maestros? ¿Por qué no hacer quizá el esfuerzo, que seguramente pueda parecer tonto, pero que a lo mejor ayuda a alumnos que necesiten una relación un poco más estrecha (mismamente nin@s tímid@s)? Tal vez, escribirle una carta diciéndole lo que nos gusta de él o ella, hablándole de algo positivo que tiene...no sé, vosotros sois y tenéis que ser los expertos y seguro que sabéis lo que quiero decir y lo que necesita cada alumno, o al menos intentarlo.

Del mismo modo, Yolanda, de Acompañamiento educativo, escribe a principio de curso una carta a los nuevos tutores de su hija, explicándoles de qué manera aprende ella y cuales son sus necesidades (su hija también tiene altas capacidades) y siempre está ahí para ayudarles en lo posible, está claro que por el otro lado tiene quién lea esa carta y la escuche y así va consiguiendo lo mejor para su hija.

Con todo esto de nuevo insisto en la importancia de estar juntos en esto. Yo siempre digo que la educación de los hijos es cosa nuestra y del maestro/a, y que por tanto tiene que existir comunicación y estar las dos partes de acuerdo e implicadas, pero en el caso de los niños superdotados mucho más porque cada pequeña cosa influye y, lo mismo que nuestros hijos aprenden muy rápido, pero necesitan aprenderlo, los demás, padres y maestros estamos en las mismas y unos a los otros tenemos que enseñarnos a conocer a ese pequeño regalo que tenemos en nuestras manos y en cuyas manos está nuestro futuro. Vamos a intentarlo ¿no?